Medio ambiente. La tecnología CTL puede reducir la dependencia del crudo pero plantea dudas sobre sus costes económicos y medioambientales
Público
ANDREA RODÉS - Pekín - 11/01/2009 22:00
Convertir el carbón en un carburante líquido cuando el precio del petróleo sube y baja como un balancín no parece una mala idea. En especial, para aquellos países que disponen de enormes reservas de carbón, como EEUU, Suráfrica o China. En un intento por reducir su dependencia del crudo del extranjero, el gobierno chino ha impulsado durante los últimos años varios proyectos para investigar y desarrollar las tecnologías de licuefacción de carbón o CTL (de las siglas en inglés de coal to liquid), que permiten convertir el carbón en un hidrocarburante, como el diésel o la gasolina. Sin embargo, los elevados costes económicos y medioambientales que genera este proceso han llevado a las autoridades chinas a suspender la mayoría de estos proyectos y a modificar el plan energético nacional.
"En general, el CTL es un proceso complejo, costoso y contaminante", explica Diego Fernández-Polanco, consultor de KBC, consultoría inglesa del sector hidrocarburos, en Pekín. Ecologistas y expertos en medioambiente critican el intensivo consumo de agua y el elevado nivel de emisiones de CO2 que genera una planta de CTL, muy superior a cualquier central térmica alimentada con carbón . Sin embargo, el CTL "tiene la ventaja de que los países con grandes reservas de carbón pueden reducir su dependencia del petróleo importado", añade Férnandez-Polanco. Éste es uno de los principales objetivos del Gobierno chino, que para mantener el rápido crecimiento de la economía necesita importar casi la mitad del crudo que se consume.
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