martes, 17 de abril de 2007

El declive de las ranas

Fuente FECYT

Los anfibios están en la cúspide de las especies más afectadas en la actual crisis global de la biodiversidad. Más del 50% de las especies de estos seres, mitad acuáticos y mitad terrestres, se encuentra amenazada, y se puede afirmar que, al menos 120 de ellas han desaparecido desde 1980.

Los herpetólogos buscan desde hace dos décadas las causas de estas enigmáticas desapariciones, a las que se han atribuido hasta ahora distintos factores. Pero ninguno responde a la totalidad de los interrogantes que buscan los biólogos. Sin embargo, un estudio que se publica hoy en Proceedings of the National Academy of Sciences, cuyos autores son de universidades de Costa Rica y de EEUU, ha descubierto una nueva causa, que no necesariamente invalida las otras: el cambio climático.

Inicialmente, se creyó que la actividad agrícola y los pesticidas estaba detrás del elevado declive de los anfibios; después se halló una explicación en la presencia de una bacteria mortal (chytridiomycosis) en la piel de los anfibios; y finalmente, se atribuyó a las especies invasoras que hallaron entre los anfibios su fuente de alimento. Ahora, la nueva investigación que ha desvelado el papel del cambio climático en este proceso se ha realizado en la Estación Biológica de La Selva, una zona de bosque tropical en Costa Rica, donde un 75% de las poblaciones de anfibios y de reptiles ha desaparecido en los últimos 35 años. La zona estudiada es de la que hay datos más antiguos.

El área investigada sufre una elevadísima mortandad, vinculada al calentamiento global, provocada por cambios ecológicos drásticos en la cama de hojas de la selva tropical. Este espacio, de un grosor de varios centímetros donde se pudre la materia orgánica procedente de los árboles de hojas caducas, es el habitat preferido y la despensa de ambas especies, está sufriendo un mayor proceso de putrefacción a causa de la mayor cantidad de lluvias y el aumento anual de las temperaturas.

En apoyo de ésta hipótesis, los investigadores señalan que, mientras en el bosque lluvioso los anfibios han declinado de promedio anual un 4% y un 2,7% los reptiles, en las plantaciones abandonadas de cacao algunas de esas mismas especies han crecido, aunque fueran zonas limítrofes. La hojarasca del cacao es más abundante que la del bosque lluvioso y tiene varios procesos al año, aún mayores tras su abandono.

Los investigadores han descartado que anfibios y reptiles se trasladen del bosque a los cultivos de cacao, y que en el habitat natural estudiado haya habido pesticidas, bacterias o especies invasoras. Por eso afirman que su hipótesis es actualmente la más consistente ante el enigma científico.

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